Noraboa EBS, encantounos o teu conto!
CUATRO NIÑOS Y EL VAMPIRO
Había una vez cuatro niños que vivían en
Grixoa y que querían cazar a un vampiro. El vampiro Mariano, que así se
llamaba, vivía en una antigua casa en Lugo. Lo que más le gustaba era chupar
sangre y comer carne de humano, especialmente de niños del todo el país.
Una noche, los cuatro niños fueron en
tren desde A Rúa hasta Lugo para atraparlo en una de sus cacerías. Cuando
llegaron a la casa encantada, uno de los niños tocó el timbre y la puerta se
abrió mientras hacía un ruido extraño.
El más mayor de ellos entró de primero,
pisó en una trampa y cayó en un profundo pozo oscuro y negro. Los demás no podían
verlo pero seguía vivo. El más goloso de los niños vió tirado en la esquina del
salón un donut con unas pintas deliciosas. Lo que él no veía era que en su
interior había un nido de hormigas. Se lo comió en dos segundos y cayó al
suelo.
Los demás continuaron el camino para
cazar al vampiro Mariano. Otro de los niños, que era un poco travieso, decidió descansar
para tranquilizarse y se sentó en una pequeño banco. De repente, el banco
volcó, una red bajó del techo y el niño fue capturado. El más pequeño cansado y
enfadado de ver como sus amigos perdían la batalla, se dirigió a un espejo que
había en medio de la habitación y lo rompió de una patada.
Luego, cogió un trozo de aquel espejo y
se fue corriendo al exterior de la casa por el miedo que tenía. Se paró y volvió a entrar para salvar a sus amigos.
Tenía miedo, pero no podía dejarlos en manos de aquel monstruo terrible.
El niño gritó:
-
Sal
vampiro monstruoso. No voy a caer en tus trampas.
El vampiro se acercó lentamente a él y
el niño, sorprendentemente, no tuvo miedo aunque podía sentir su aliento en la
cara.
Un pequeño rayo de sol entró desde la
puerta, que aún estaba abierta. Tuvo una idea, abrió las cortinas y el vampiro
empezó a gritar de dolor. Mariano le dijo:
-
Tú
ganas pero cierra las cortinas ya.
El niño le contestó:
- Haremos
un trato. Tú me devuelves a mis amigos
y yo te cerraré todas las
cortinas.
El vampiro aceptó y los niños salieron
corriendo hacia su amigo pequeño para felicitarlo y darle las gracias.
Por fin, el vampiro reconoció que tener
amigos era bueno y que lamentablemente, él no los tendría si continuaba
comiéndolos. Al niño pequeño le dio pena el vampiro y le invitó a ser su amigo.
Desde entonces Mariano vivió con ellos y estos le aprendieron a alimentarse de
otro tipo de comidas durante la noche.
FIN
Autor: EBS. (4º Educación Primaria)
No hay comentarios:
Publicar un comentario